Santiago Lanza López. De Tilcara al Cusco.
“A los setenta años, se inclina sobre la mesa, moja la pluma en el tintero de cuerno y escribe disculpando. Es hombre de prosa minuciosa y galana.
Elogia al invasor en la lengua del invasor, que ha hecho suya. Con una mano saluda la conquista, por ser obra de la Divina Providencia:
los conquistadores, brazos de Dios, han evangelizado el Nuevo Mundo y la tragedia ha pagado el precio de la salvación. Con la otra mano dice adiós al
reino de los incas, antes destruido que conocido, y lo evoca con nostalgias de paraíso. Una mano pertenece a su padre, capitán de Pizarro. La otra es
de su madre, prima de Atahualpa, que ese capitán humilló y arrojó a los brazos de un soldado.
Como América, el Inca Garcilaso de la Vega ha nacido de una violación. Como América, vive desgarrado”.
Eduardo Galeano
A mi compañera de viaje